Una novela cumple su cometido cuando logra agenciar todo un universo fragmentario, al darle centralidad y pluralidad, unicidad y diversidad simultánea, una arquitectura de acontecimientos y personajes que construye su trama. El éxito de una trama se mesura por su capacidad de convencer, su verosimilitud aun en el absurdo y lo rocambolesco, su veracidad aun en la ironía, el escepticismo y el cinismo; su ternura por lo humano aun en la develación de la crueldad intrínseca. Un “realismo sucio” como el de Jorge Rodríguez Gómez sabe que el mal pertenece al ser real como la mugre a la uña, y haciendo de tripas corazón le da a la cara, lo desnuda con pelos y señales, lo trae a la escena del ridículo, del horror o del bochorno, y lo reconoce como propio en tanto pasión del alma humana. Con un formato de novela policiaca, El mar que me regalas es tambien novela política, novela histórica, novela erótica, que despliega la crónica de un agonizante siglo XX en el que se funden el terror y la caricatura, a través de sus verídicos personajes, desde el más poderoso hasta el último perdedor, que dibujan el paisaje psicológico de una época en base a un acontecimiento ficticio que pudo tener todas las condiciones para hacerse verdadero.