La historia de la Antigua Grecia como nunca antes nos la habían contado. Un libro riguroso y absolutamente divertido con el que conocer nuestra historia y entender por qué dice mucho más de nosotros de lo que creemos.Cómo meter toda la antigua Grecia en un ascensor es un apasionante viaje a través del espacio y el tiempo, desde la prehistoria hasta el final de la antigüedad clásica. Todo comienza cuando dos perfectos desconocidos se encuentran atrapados en un ascensor. Uno es arqueólogo, el otro, no. Una simple pregunta —¿a qué se dedica usted?— se convierte en el trampolín de un diálogo que teje una historia fascinante. El no arqueólogo, al principio irónico e indiferente, bombardea a preguntas al arqueólogo. El arqueólogo, paciente, erudito, encantadoramente irreverente y divertido, responde. El resultado es un relato espectacular, hilarante y absolutamente absorbente sobre la Antigua Grecia, desde la prehistoria hasta su decadente final. Teodoro Papakostas responde no solo a las preguntas más frecuentes sobre la arqueología de la Antigua Grecia, sino que también se detiene y maravilla ante los grandes y pequeños momentos de su historia: ¿qué llevaba en la maleta una princesa minoica para viajar a Egipto? ¿Cómo mataba el tiempo un funcionario micénico cuando se aburría? ¿Cómo se hirió la pierna un centauro? ¿Cómo un baile obsceno condujo al nacimiento de la democracia? ¿Qué esclavo extranjero se convirtió en un rico banquero? ¿Por qué sugirió el filósofo Heráclito que se abofeteara a Homero? ¿Por qué se llaman las Cícladas? Según el doctor Papakostas, la Arqueología y la Antigüedad nos pertenecen a todos. Son agradables, emocionantes, terroríficas y humorísticas; nos inspiran a todos y nos muestran lo que siempre ha significado ser humano. Estudiar arqueología y el mundo antiguo es una especie de psicoterapia colectiva a través de la cual aprendemos sobre nosotros mismos. Al fin y al cabo, nos dice, vivir en la Antigua Micenas o residir en el Londres contemporáneo no nos hace diferentes, y hay muchos tesoros que desenterrar de nuestra humanidad compartida y de nuestra conexión a través del tiempo. Reconectar con la Antigüedad es, ante todo, reconectar con nosotros mismos.