¿Qué sucede después de la muerte? ¿Podría alguien encontrar a sus antepasados viajando en el tiempo? Nadie lo sabe a ciencia cierta. En la vida real ninguno ha vuelto del más allá para contarnos cómo es. Pero en la literatura es distinto. El poder de la imaginación atraviesa los límites de lo imposible y hace posible que el espíritu de una persona que muere pase a otros estados, a otra vida, y regrese para contarnos la historia. «La vida personal no es más que una sucesión de vidas en el tiempo eterno, una perpetua transmigración», dice el diccionario sobre la transmigración. Cuando alguien muere, muere su cuerpo, pero su alma permanece, viaja por el tiempo, por la eternidad, y puede migrar a otros cuerpos o a otros objetos. Duane Bennet, el protagonista de esta historia, es un profesional exitoso, con una maravillosa esposa, unos hijos extraordinarios y buenos amigos, hasta que un día todo cambia. Las visiones y pesadillas que debe soportar lo conducirán por un camino de enigmas, sufrimiento y dolor, que al final revelarán el sentido del amor en su vida. En su viaje hacia lo desconocido, encontrará la ayuda de su amigo Frank y de la misteriosa Samantha. Después de morir, ¿podría alguien despertar en otro cuerpo y tener conciencia de lo que fue en una vida anterior? Sólo Duane Bennet lo sabe: «Somos almas inmortales que concurrimos a lo largo de múltiples viajes o visitas a este mundo —dice—. Así como nos vamos, volvemos a nacer». Con Transmigración. El quinto sepulcro, Marco Robayo confirma que es un novelista capaz de penetrar en los temas humanos más profundos para revelarnos sus misterios. Miguel Ángel Manrique