Vittorio y Felice son hermanos nacidos en un villorrio de los Apeninos en la Italia central. Son vástagos de la guerra y, por consiguiente, de la ilusión, de la esperanza, del anhelo a sacudir el lastre de generaciones sin futuro. Al despuntar su adolescencia, y de allí hasta su adultez, ambos se ven atrapados en una de las épocas más turbulentas y fascinantes de la historia reciente. Años en que la ilusión por una sociedad más justa es la principal o quizás única razón de existir. Se vive con los puños cerrados, llenos de furor y listos para combatir, para exigir, para clamar o también, si es el caso, para atrapar una rosa roja o usar un pincel y plasmar, con ingenuidad, una escena local. Los hermanos transitan caminos distintos que se entrecruzan con un mismo trasfondo. La música popular, tan melodiosa en el amor como agresiva en la reivindicación social, marca cada etapa de su existencia. Sus vidas alcanzan un clímax de delirio, de rebelión, de anarquía, de apostar todo por un cambio imperioso y, a la vez, como en una larga y lenta pieza final de una ópera, el llamado a ser los hijos de las estrellas queda brillando en la eternidad.