El buen vivir busca encontrar un nuevo horizonte social más allá del desarrollo, más allá del capitalismo, más allá del comunismo. Un horizonte propio que nace a partir de las particularidades de cada comunidad y cada territorio. Por lo tanto, el buen vivir se aparta de los discursos y prácticas que eligen el crecimiento económico, el aumento de la rentabilidad y el consumo material como indicadores para medir el bienestar.