Con frecuencia se percibe la infancia temprana como la primera etapa del aprendizaje permanente y el componente clave de los objetivos de política educativa, social y familiar, por lo que el aumento de la calidad y el acceso a la educación en esa etapa se han convertido en una prioridad para los países miembros de la OCDE, que han adoptado diversas estrategias respecto a la elaboración de políticas en este ámbito cuyos servicios se vinculan estrechamente a las creencias culturales y sociales sobre el papel de la familia, el gobierno y los propósitos de la educación.