En 1945 se produjo un acuerdo entre las altas direcciones de los dos partidos tradicionales –liberalismo y conservatismo– para frustrar el proceso de democratización que se perfilaba en Colombia con el inminente triunfo liberal en las elecciones presidenciales de 1946. La maniobra tuvo éxito momentáneo pero, en julio de 1947, Jorge Eliécer Gaitán, como jefe único del liberalismo, mayoritario en la nación, se anunciaba como el nuevo presidente de Colombia en el año 1950. Su programa democratizaba la economía, la política, el sector financiero, la educación y la cultura. El viernes 9 de abril de 1948, a la 1:10 de la tarde, al salir Gaitán de su oficina ubicada en el centro de Bogotá, tres impactos de revólver acaban con su vida. El supuesto o real asesino es linchado de inmediato. Una “operación encubierta” estaba en marcha. La forma cómo se diseñó y se concretó parece de novela, pero la revisión de los hechos permite concluir que son crónica real, una maniobra de poderes internacionales y locales, como parte de la Guerra Fría que había congelado al mundo de posguerra. En el centro incendiado de Bogotá, en ese día aciago, comienza la novela El monstruo, de Carlos H. Pareja. La nación ha sido arrojada a la confrontación fratricida por hombres cuya responsabilidad permanece oculta. Con gran capacidad de desinformar, aquellos atribuyen el magnicidio al “comunismo internacional”, y así atacan a su contradictor o enemigo en la contienda geopolítica desatada tras la Segunda Guerra Mundial. De tal modo se garantiza la impunidad. El monstruo ha truncado el proceso de democratización. Es un hombre pero también es una estirpe, una mentalidad que, a pesar del paso del tiempo, aún tiene vigencia en el país: un ser de mil cabezas, como la hidra mitológica.