Mi pasión por las palabras empezó en la infancia, mi madre nos leía poemas como si fueran cuentos, entonces empecé a sentir una corriente de amor por las palabras. Creía que algo se escondía en ellas, había un sentido profundo y cargado de secretos, era como si nos leyera las claves y los códigos de un libro más grande y maravilloso. Con seis años, de la mano de mi padre, tuvo lugar mi contacto con la música a través del estudio del violín, esto pulsó otras emociones y me llevó a afinar el oído, no solo con las tonalidades musicales, sino también, con las modulaciones de las frases.