Si la historia de la humanidad es un relato construido sobre la esclavitud, la conquista, el genocidio y la explotación, ¿por qué son solo las naciones occidentales quienes asumen su cuota de responsabilidad? En La guerra contra Occidente, Murray describe cómo las personas bienintencionadas se dejan engañar por una retórica antioccidental hipócrita e incoherente. Si los actos de xenofobia y discriminación son condenados en Europa y Estados Unidos, ¿por qué no denunciar el racismo genocida que tiene lugar hoy en Oriente Medio y Asia? No son solo los académicos deshonestos quienes se benefician de este fraude intelectual, sino también las tiranías, felices de que el mundo desvíe la mirada de sus propios actos.