La gran mayoría de los textos de filosofía de la ciencia han sido escritos, como corresponde, por filósofos interesados o especializados en disciplinas científicas. Pero a partir de los años sesenta del siglo pasado algunos científicos profesionales empezaron a publicar sus ideas sobre la estructura de la ciencia. Pronto otros miembros de disciplinas académicas hasta entonces ajenas al campo (como la biología, la antropología o la psicología), se incorporaron al estudio de la estructura de la ciencia, hasta que el espacio fue francamente invadido por historiadores, lingüistas, literatos, abogados, filósofos, feministas, políticos, periodistas, creacionistas y muchos otros opinantes más.