Las formas de la escritura y la concepción de su oficio son muchas. Hay escritores que son arriesgados en su experimentación con la forma, hay otros que buscan sorprendera los lectores con golpes de efecto, y los hay también que entrelazan historias que hacen parte de un tema que atraviesa toda su obra. Este es el caso de Roberto Burgos Cantor. En La ceiba de la memoria, publicada en el 2007 y finalista del Premio Rómulo Gallegos 2010, la esclavitud en la Nueva Granada, el holocausto judío y el conflicto colombiano contemporáneo convergen en los personajes de Benkos Biohó, un esclavo cimarrón; Analia-Tu-Bari, también esclava; Dominica de Orellana, lectora y esposa de un funcionario colonial; los jesuitas Alonso de Sandoval y Pedro Claver: un narrador que rememora el campo de concentración de Auschwitz, y Thomas Bledsoe, un novelista que interpela a Claver como personaje literario y a través del cual Burgos reflexiona sobre el dolor-el de la Colonia, el de los campos de concentración y el de Colombia-a través de distintas voces. Burgos es un escritor de oficio que en su juventud obtuvo reconocimiento con su primer libro de cuentos Lo amador (1980). Esta distinción temprana, a mi parecer, le dio la tran quilidad para seguir escribiendo sin preocuparse por el impacto comercial de su obra. En ello radica su impecable factura y su moderado reconocimiento.