Hay libros que, cuando cerramos la última página y volvemos a contemplar, incrédulos, su carátula, no admiten otra palabra que ?belleza?. Sí. Hemos asistido, en su lectura, a una de esas experiencias que nos son dadas a cuenta gotas en la vida. Eso es lo que sucede con Andrea Mejía, Álvaro Castillo Granada. Una mujer está encerrada en una casa de montaña. Su pareja se ha ido a Alemania a vivir un romance con una croata joven, su hija vive sola en la ciudad a punto de graduarse y su hermana padece una enfermedad que amenaza con quitarle la vista, en Francia. En esa montaña esa mujer intenta escribir un libro: entre la memoria de un pasado familiar que guarda un terrible hecho y el presente de días pasados en medio de la naturaleza y el silencio, solo interrumpido por la conversación con un vecino amante de la filosofía y la astronomía, la primera novela de Andrea Mejía oscila entre lo luminoso de su prosa y la oscuridad de la soledad y las complejas relaciones humanas.