Horas crónicas Los poemas del libro Exorbitante que aparecen en el presente volumen, son como un visillo desde donde el lector puede observar la síntesis de la actividad de la imaginación, al recorrer los vasos comunicantes que conectan la mente literaria con la mente del devenir ordinario y habitual. A través de esos puentes el lector puede desplazarse a otras zonas de planos y materialidades más sutiles Las crónicas, de gran lirismo narrativo, le permiten al lector disfrutar de las grandes verdades que han descubierto los personajes de las crónicas, así acontece con Vlady: la palabra va implícita en la emoción del sueño, de la acción estética, por esta vía, la mente amplía su biblioteca de los datos inmediatos de conciencia y los pone en movimiento. La creación es libertad, si no, no es nada, afirma Vlady. Las crónicas de este libro son, además de literarias, documentos históricos, que dan cuenta de la vida política de Rusia, de México, del anarquismo, de la actividad cultural de un siglo convulsivo, pero con búsquedas estéticas que le dieron un vuelco a todas las artes. El fino sentido del humor narra los sucesos que aparecen a lo largo de las crónicas que aquí publicamos. Sin el sentido del humor no hay posibilidad de poner en movimiento las emociones. Lo habitual del acaecer tiene miradas y ángulos especiales desde donde se narran los sucesos. El grado de astucia y sagacidad del cronista para dirigir la flecha al blanco preciso de la acción permite que el lector disfrute en cada crónica la vida en una fracción totalizante y novelada. En las obras de exquisita urdimbre, la buena música no puede faltar. En la crónica La familia Revueltas en México, chocarrosa, como nos lo informa José Ángel Leyva, el jazz le da la mano a Bach y se lanzan a danzar en una exquisita rebeldía, abriéndole al lector escenarios para que dancen sus emociones o descubra las que permanecían sosegadas a la espera de nuevas aventuras. Jaime Londoño