En sus mejores versos Bustamante fija aquellos instantes que cayeron como llanto en agua ágil, el fracaso que disminuye y ensombrece el alma, las inutilidades de los regresos, los sueños que se olvidaron en alguna esquina de una ciudad por la que se pasó, las sombras de un recuerdo, los rostros de la infancia que se han desvanecido, algunas lecturas, como la de Proust, que son una manera de aprender muriendo, pero donde se hallan asimismo la conformidad con lo que se ha tenido: las amistades, el vino, la poesía, la risa, el mar, las piedras que nos hablan.