El terrorista de Berkeley, California, es una obra donde perseguidos y perseguidores se guían por la misma estrategia —«Siempre nos enseñaron que si queremos hacer investigación seria debemos ser opacos, si no invisibles»—, donde el lector se imagina que a lo largo del relato los niveles de alerta antiterrorista van en aumento, aunque no se sepa nunca cuál es el nivel de alerta oficial, donde el terror se rastrea en grandes bases de información cuya fiabilidad suele ser dudosa.