¿POR QUÉ “CHARLAS CON BORGES” Y NO “CONVERSACIONES?” Una de las acepciones del verbo “charlar” es “revelar lo que se debe callar.” Cuando uno está en confianza con otro, se desnudan cosas que tal vez, por decoro o vergüenza, de otro modo no se dirían. Ana María Rivera Salazar, escritora colombiana, dice: “El enfoque de este libro lo hace único; es un documento valioso por su verosimilitud, su frescura, sus tiernas insolencias y su sinceridad. Hecho no con la vanidad y las pretensiones de sus amanuenses, sino con la necesidad que urge al que es dueño de un gran secreto, que apremia ser compartido para que no se desdibuje, que reclama la memoria del otro.” Y María Kodama explica: “Cuando conocí a Borges, tenía dieciséis años, más o menos la edad de ellos, pero mi visión fue totalmente distinta. Esto me confirma en la idea que es maravilloso ver sobre un mismo tema, ya sea literario, artístico o de la vida, la diversidad de opiniones que hacen la riqueza del mundo. Discuten y le preguntan de una manera que solo un adolescente lo hace, pero se siente el amor, el respeto y el conocimiento que tienen de la obra.” Dicho esto, queda usted invitado a charlar con Jorge Luis Borges