El Cementerio del Sur, en el barrio Matatigres en Bogotá, fue inaugurado en 1944. Entre 1958 y 1963, la construcción de la carrera 30 produjo la división del lugar en dos sectores, lo que conllevó que en la zona sur se ubicaran las bóvedas y mausoleos otorgados por la municipalidad a sindicatos y sociedades mutuales y a que, en el otro sector, se levantara un muro con puerta ?enfrentada a la entrada principal del conjunto funerario?, para recibir en su interior inhumaciones en tierra. Inicialmente, esa zona fue destinada a decesos de infantes y ciudadanos sin recursos económicos, que por lo general ocupaban fosas colectivas. A su vez, en la zona más apartada de esta área, uno de los lotes fue destinado a la fosa común. Este sector del conjunto funerario del Cementerio del Sur cuenta con el número más alto de registro de cuerpos no identificados y no reclamados del país. De forma paralela a la separación del cementerio en dos sectores, comenzó la práctica de un culto devocional a las almas benditas del purgatorio. Cada lunes en la noche, en el andén frente a la puerta del sector de las fosas donde descansan las almas sin nombre, personas devotas se congregan para expresar sus peticiones y rendir culto, en medio de un sistema que comprende no solo a los peticionarios, sino también las economías populares ?principalmente vendedoras de velas de distintos colores? que hacen parte de esta dinámica desde el siglo pasado. Lo sorprendente y particular de esta práctica devocional es que, a pesar de que las fosas del cementerio de Matatigres en el sur de la capital fueron clausuradas en el año 2004 para construir un cerramiento en reja y posteriormente un parque de recreación pasiva que borró cualquier huella de lo que fue este lugar, la práctica devocional a las almas benditas del purgatorio, que se realiza fervorosamente cada lunes desde hace varias décadas, no desapareció.