Allende el mar nos muestra una cartografía íntima de los migrantes colombianos en Estados Unidos. Aunque la migración, con todas sus aristas, es el eje de estas crónicas, la narración privilegia la vida y las relaciones que se tejen en esta odisea de llegar a territorio nuevo y desconocido. Surgen así unos temas superiores que exploran la condición humana: la experiencia del escritor postergado y el perdón en ‘El niño que deseaba inmensamente que su padre se muriera’, la dolorosa búsqueda de la identidad en ‘Las Reliquias de la Muerte’, el abandono y el maltrato contra la mujer en ‘Una inmensa tristeza’, la decepción insuperable en ‘Ya no hay forma de empezar de nuevo’, la irrenunciable búsqueda de la justicia en ‘Que ningún otro viva lo que yo viví’, por mencionar algunos. El cronista se silencia para que estos “cuentos sin ficción” nos lleguen en las voces de sus protagonistas, filtradas por la estética de una filigrana literaria compleja y sutil.