No es que las mujeres no existieran, sino que como concepto fue necesario inventarlas. De otro modo no hubieran podido entrar nunca en el campo de la atención médica, porque si acaso se les ponía atención era como paralelas de todo lo que se lograba con el género opuesto. Muy al principio de lo que sería una verdadera revolución, la ginecología era impensable, y durante mucho tiempo las mujeres tuvieron que aceptar que su organismo era un misterio inmutable. El médico Roberto Uribe Elías traza en estas páginas las maneras históricas, políticas y sociales que permitieron el surgimiento de la ginecoobstetricia.