A los psicoanalistas que tienen horror al feminismo, la autora de este libro les propone revisar el campo freudiano en el sentido de que teje una disputa cortés con los feminismos. Éstos, por su parte, no encontrarán condescendencia, pero tampoco el enfrentamiento inútil que nace del horror; encontrarán nuevos motivos para entusiasmarse con el psicoanálisis o para seguir discutiendo con él.